Mar 30, 2009

Motivos para sospechar de nuestros políticos.

Vimos la semana pasada como después de que le pusieran limite a los planes de "impulso económico" a Gordon Brown, no contento con haber conseguido tamaño despropósito, hizo la maleta y se fue a pedir a sus vecinos europeos que hicieran lo mismo.
Y eso, no puede sino reafirmar nuestras sospechas sobre los políticos que nos gobiernan, y nuestras maltrechas economías mientras estén a su merced.

Ordeno por orden de eficiencia económica las diferentes opciones gubernamentales para afrontar la crisis:
No intervenir en la economía, que no lo hagan el resto de países.
No intervenir en la economía, que sí lo hagan el resto de países.
Intervenir en la economía, que no lo hagan el resto de países.
Intervenir en la economía, que sí lo hagan el resto de países.

Pues eso, G.B. no contento con mantener la segunda peor conducta económica, allí se fue a intentar convencer a sus colegas europeos de las bondades del gobierno para planificar la economía ¡!
Y es que si bien puede haber debate respecto de lo conveniente o no de reforzar las industrias nacionales a costa del bolsillo del contribuyente (keynesianos-liberales); de lo que no creo que hay tanta duda, es de que es mejor tener la menor competencia posible a la hora de colocar la deuda pública (1) y más importante, que el apoyo a las industrias que te dispones a impulsar se traduzca en una ventaja competitiva en los mercados internacionales (2): si todo el esfuerzo realizado finalmente no supone una ventaja frente a las empresas extranjeras porque ellas también se han beneficiado del dinero (subvenciones) gratis, flaco favor es el que les propicias a tus conciudadanos.

Respecto a diferentes puntos de vista, que vean en un mayor impulso económico europeo las alas para despegar de la economía inglesa (como espero que sea G.B.), cabe mencionar que Inglaterra no era precisamente una economía que viviera de la exportación de bienes (como sí lo es la alemana) y por tanto el beneficio económico quedaría muy diluido. Por otra parte, el efecto es equivalente al que se produciría con una mayor devaluación de la libra, sin tener que comprometer el bolsillo del contribuyente.